miércoles, 4 de agosto de 2010

Yo andaba a punto de mendigar caricias, llevaba como siempre una copa de menos, y apareciste en la trastienda de un verso. Y aquella noche llovieron besos sin apellidos. Engañando labio a labio al sueño busqué palmo a palmo tus abismos y devolviste a mis horas el rocío. Inmunes a las miradas ajenas saciamos un hambre de siglos, luces salvaje como el agua, regresé por tu boca a los murmullos del aire. Y aquella noche llovieron besos

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