miércoles, 26 de mayo de 2010

Me quedaré contigo, pero sin ti.

Me quedaré con tus sonrisas, tus bromas, las sorpresas, tus mensajes a las tantas de la madrugada, tus notitas imprevistas, las fotografías, los silencios no incómodos, nuestras canciones, todas las películas que no vimos, las noches que hemos compartido: mirando las estrellas conociéndonos mejor, caminando por la costa, riéndonos de tantas cosas. Con todas las peleas, las reconciliaciones, los ataques de risa, los escritos que te escribí, nuestras pequeñas manías, los abrazos, los besos,las cosas que has hecho sin querer, las q hiciste queriendo, las q te dije sin pensarlo y las q te dije envenenado de rabia y rencor…
Nuestra manera loca de ver el mundo…

Me quedaré contigo, pero sin ti.
tal vez besaré todos los labios probando que solo existen los tuyos. Y miraré todos los ojos demostrando que al final sólo quiero ver los que me miran con tu rostro.

viernes, 21 de mayo de 2010

Las primeras miradas(Mario Benedetti)

Nadie sabe en qué noche de octubre solitario,
de fatigados duendes que ya no ocurren,
puede inmolarse la perdida infancia
junto a recuerdos que se están haciendo.

Qué sorpresa sufrirse una vez desolado,
escuchar cómo tiembla el coraje en las sienes,
en el pecho, en los muslos impacientes
sentir cómo los labios se desprenden
de verbos maravillosos y descuidados,
de cifras defendidas en el aire muerto,
y cómo otras palabras, nuevas, endurecidas
y desde ya cansadas se conjuran
para impedirnos el único fantasma de veras.

Cómo encontrar un sitio con los primeros ojos,
un sitio donde asir la larga soledad
con los primeros ojos, sin gastar
las primeras miradas,
y si quedan maltrechas de significados,
de cáscara de ideales, de puresas inmundas,
cómo encontrar un río con los primeros pasos,
un río -para lavarlos- que las lleve.
“Primero se llevaron a los negros , y como yo no era negro no me importó”
Después se llevaron a los judios y como yo no era judio ,no me importo”
Después se llevaron a los gitanos y como yo no era gitano, no me importó”
Ahora estan golpeando a mi puerta ...ya es demasiado tarde....”
¿Y si este ir y venir de palabras atravesando el tiempo y el espacio no es inocente?

Antes, después del penúltimo y sin alcanzar el último «fin», cuando no había nada y cada cosa podía ser todo y para siempre, pero no aún. Antes de tí y de mí, ayer, cuando era todavía lo que ya no es nada, o casi nada; cuando la vida era algo distinto de lo que ahora es —o queremos que sea—; cuando el futuro no era este presente al que nos empujamos, cuando vivir, amar, respirar, caminar, ser, no eran cosas sencillas. Antes, cuando las cosas no estaban en su sitio y, sin embargo, el orden parecía cierto y definitivo; cuando el horizonte no te contenía, y te imaginaba sin saberte cierto y el amor era una condena, y sus cadenas. Antes, cuando las mariposas eran sólo unos bichitos que volaban mientras sus alas desconocidas sumaban caos al caos existente para precipitarnos hasta el ahora que no termina. Antes, cuando nosotros sólo era un maldito, hipotético, impensado pronombre.

¿Se puede predecir lo impredecible? ¿Qué clase de criatura querría hacerlo?

jueves, 13 de mayo de 2010

LOS AMOROSOS (JAIME SABINES)

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.

Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre —¡qué bueno!— han de estar solos.

Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.

En la obscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.

Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.

Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida.
Y se van llorando, llorando
la hermosa vida.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Yo tengo el calor que tú necesitas, tengo la flor para calmar tu dolor. Tú sabes que yo cuento los días, viendo caer noches y lluvia sin ti. Sólo quiero despertarme contigo, déjame pasar sólo una vez más, no puedo esperar, quédate. Sin ninguna pretensión pero con todas, sin ninguna condición salvo que ahora me digas que esta noche es sólo para mí. Que ya está amaneciendo quédate conmigo, quédate a vivir.

Sólo quiero despertarme contigo.
Nadie te habrá contado que a veces vivo inundado en decisiones tan vivas que beben del ver venir, si a veces me disconformo y parezco vuestro invitado, nadie os habrá contado nada bueno de mí. Jugando con fuego al menos no te ahogas, bebiendo las gotas de otras copas que nunca te acabarás. Si fuera como me has contado, me quedaría aquí a tu lado para saber qué es lo que ves. Sin pedir perdón vengo con la intención de robarte la atención, de provocarte un sentimiento. Vengo con chispa para dos, imagínate si yo no creyera en este invento. Ya ves qué llaves llevo, para abrir sólo una puerta. Ya ves qué llaves llevo, estoy otra vez en tu cabeza.

Como daba los besos tan lentos más le duraban los amores…
¿Recuerdas que te dije que sé poco del amor? Pues no es verdad. Sé, sé mucho del amor... y lo he visto, he visto siglos y siglos de amor. Era lo único que hacía soportable contemplar vuestro mundo: observar tantas guerras, mentiras, dolor y odio. Me daban ganas de no volver a mirar hacia abajo. ¡Pero entonces veías cómo quiere el ser humano! ¡Podía buscar en los confines más remotos del universo y jamás encontrar algo más hermoso! Por eso, sí, sé... sé que el amor es incondicional, pero también sé que puede ser imprevisible, inesperado, incontrolable, insoportable y, aunque resulte extraño, es fácil de confundir con el odio. Y... lo que intento decirte, es que... ¡creo que te amo! ¡Noto mi corazón como si, si mi pecho apenas pudiera contenerlo! No sé, es... como si no me perteneciera a mí porque te pertenece a ti. Y, si lo quisieras, no desearía nada a cambio de él; ni regalos, ni bienes, ni demostraciones de devoción. Nada salvo saber que tú también me amas.

Sólo tu corazón a cambio del mío.
Quizá la mayor facultad que posee nuestra mente sea la capacidad de sobrellevar el dolor. El pensamiento clásico nos enseña las cuatro puertas de la mente, por las que cada uno pasa según sus necesidades.
La primera es la puerta del sueño. El sueño nos ofrece un refugio del mundo y de todo su dolor. El sueño marca el paso del tiempo y nos proporciona distancia de las cosas que nos han hecho daño. Cuando una persona resulta herida, suele perder el conocimiento. Y cuando alguien recibe una noticia traumática, suele desvanecerse o desmayarse. Así es como la mente se protege del dolor: pasando por la primera puerta.
La segunda es la puerta del olvido. Algunas heridas son demasiado profundas para curarse, o para curarse deprisa. Además, muchos recuerdos son dolorosos, y no hay curación posible. El dicho de que "el tiempo todo lo cura" es falso. El tiempo cura la mayoría de las heridas. El resto están escondidas detrás de esa puerta.
La tercera es la puerta de la locura. A veces, la mente recibe un golpe tan brutal que se esconde en la demencia. Puede parecer que eso no sea beneficioso, pero lo es. A veces, la realidad es solo dolor, y para huir de ese dolor, la mente tiene que abandonar la realidad.
La última puerta es la de la muerte. El último recurso. Después de morir, nada puede hacernos daño, o eso nos han enseñado.

De este modo, abrí la primera puerta y me entregué a Morfeo.
Ese beso que me diste lo guardo en un rincón, ha echado las raices y se ha convertido en flor que cambia de colores según me encuentre yo, alegra mis recuerdos, le da vida al corazón. Ese beso que dio sombra a mi flor, que mi cielo en blanco y negro en azul lo pintó. Ese beso que hizo al árbol dar su fruto de amor. Ese beso que brillaba, que a mi flor alimentaba con la fuerza que me dio su resplandor. Todavía se sonroja cuando ve salir el sol, recuerda aquel momento cuando el tiempo se paró. Le hablo de mis cosas, me responde con dolor:

"Arráncame las hojas, te diré que sí o que no".
“ Mejor la cama destendida que tu ausencia a mi lado

Mejor sus besos que tu nombre en mi boca

Y yo primavera y otoño en menos de una hora

Mientras la conozco y se va uniendo a mi

Esto es un tornillo una espiral un ciclo

Esto de no tenerte y buscarte en pechos desconocidos

En una mujer que no recuerdo, en un viento en el que no vuelvo

Es un punto mas en la lista de fracasos que guardo en el cajón ...junto a tu recuerdo”