jueves, 5 de mayo de 2011

Te voy a arruinar la vida.



Naciste un día sin importancia en un lugar intrascendente en una familia normal. Creciste con tus hermanas y con tus amigos haciendo boludeces por la tarde y sin ninguna preocupación por la vida. Esos momentos van a haber servido esencialmente para añorarlos en los tiempos de responsabilidad, angustia y dolores existenciales en los que el tiempo trivial se mueve a mil doscientos segundos por hora. Esos momentos van a servir para añorarlos por siempre.
Tuviste un par de amores platónicos y nunca consumados en tus pueriles años que si bien pudieron haberte marcado no pensaste en ese momento que iban a ser tan importantes o tan únicos. Creías que todo podía ser mejor y todavía no te habías dado cuenta de que es más fácil que todo empeore.
Y ahora. Ahora estás en el presente. El pasado son sólo recuerdos que no recordás y el futuro son sólo planes que no existen y muy posiblemente no existan.
Sigamos con tu vida carente de sentido.
Vas a haber crecido creyendo que la grandeza te espera con un ramo de rosas rojas detrás de una gran puerta de oro que se va a abrir con sólo apoyarle tu mano. Estabas preparándote para ser una estrella de rock. Un astro del cine. Un inventor revolucionario. El Don Juan más extraordinario que hubiera existido. El tipo más rico del planeta. La celebridad más adorada.
Pero nada de eso va a pasar. Vas a caer cientos de veces y te vas a volver a levantar unas cuantas. La chica de tus sueños no te va a dar bola. Y seguramente un par de potables se van a hacer las reinas con vos. Vas a acostumbrarte al fracaso. Tanto vas a perder que te vas a convencer que así es la vida, que eso les pasa a todos.
Si no fuiste lindo cada vez lo vas a ser menos. Cada vez vas a ser más feo. Más viejo. Más invisible.
Si antes no te daba bola la chica de tus sueños, te diste cuenta de que un día vas a caer tanto que ninguna te va a dar bola. Así que hacés algo antes de que sea tarde. Y te conformás. Te vas a conformar con una chica bastante bien. Algo linda. Algo simpática. Nada mal. Ella va a estar a tu alcance. Y te vas a convencer de que eso es la felicidad.
Pero te digo la verdad. La felicidad es una ilusión. La tristeza es la reina del corso.
Vas a conseguir un trabajo “más o menos” y te vas a convencer otra vez de que así es la vida. De que tenés que trabajar para vivir. Y en un momento te vas a olvidar de vivir. Y sólo vas a vivir para trabajar. Y chau familia. Chau amigos. Chau diversión.
Y toda esa mierda te va a arruinar lo poco que tenías.
El tiempo va a seguir pasando. Cada vez más rápido. Y tus sueños se van a seguir nublando.
Un día, pobre infeliz, te vas a dar cuenta de que perdiste todo. Tus amigos fueron desapareciendo. Las chicas dejaron de mirarte hace años. Ya se te pasaron todos los trenes. Tus sueños sólo existen en tu almohada. Y vas a seguir viviendo por inercia.
Vas a convencerte de que esa trivialidad efímera es la felicidad. Un triunfo pasajero. Quince minutos de sonrisas. Siete segundos de placer. Una risa. Dos miradas. Una palabra. Un momento. Nada. Nada. Nada.
Los años van a pasar cada vez más rápido. A ciento cinco días por año. Todo va a ser más rápido. Y vos vas a ser cada vez más lento. Cada vez tu pasado va a ser más brillante que tu futuro. Cada vez va a ser más importante lo que pasó que lo que va a pasar.
Y cada vez vas a olvidar más todo eso que pasó. Y cada vez va a ser más lejano. Como si no hubieras sido vos. Como si hubiera sido otra vida.
Te vas a empezar a cansar de todo. De tu trabajo. De tu mujer. De tu vida.
No porque estén mal. Sino porque siempre van haber sido iguales. Y siempre van a seguir siéndolo.
Todo va a ser igual. Día tras día. Porque te vas a dar cuenta de que ya no podés cambiar nada. Tu trabajo es lo que es porque ya sos muy viejo para empezar otro proyecto. Ya sos muy viejo para cambiar de mujer. Ya sos muy viejo para seguir vivo.
Años y años de vida y lo único que recibís como premio es la vejez. Un cuerpo débil, cansado y feo.
Vas a tener que dejar de pensar en todo eso que no hiciste, en todo eso que no podés hacer, en todo eso que jamás vas a hacer. Si no dejás de pensar te vas a querer matar.
No te preocupes, ya te vas a morir. Pero antes vas a sufrir un rato más.
Vas a ver como todo se cae a pedazos. Vas a empezar a padecer más dolores y enfermedades. Vas a tener que dejar de hacer muchas cosas. Ya no vas a poder correr, ni montar, ni coger, ni nada raro. Ya vas a estar viejo para todo eso. En tu cabeza van a pasar más cosas que en tu vida. La envidia te va a corroer. La envidia por los que hacen lo que vos no podés hacer. La envidia por los que hacen lo que vos nunca pudiste y jamás vas a poder.
Cada vez todo empeora.
Sólo te va a quedar tu familia y algunos amigos.
Y los vas a querer tanto para que tanto los sufras cuando los empieces a perder.
De a uno los vas a ver enfermar. Y vas a sufrir cuando mueran.
Todos mueren. Tus padres van a morir. Tus hermanas van a morir. Tus amigos van a morir. Y tu esposa también.
Todos mueren.
Y vos vas a estar ahí para padecerlo.
Hasta que te toque a vos.
Solo.
Y te vas a dar cuento de que todos esos años sólo duraron segundos. Unos minutos tal vez. Nada más. Todo pasa muy rápido. No tuviste tiempo de darte cuenta de nada.
Y te vas a dar cuenta de que todo fue trivial y efímero. Te vas a dar cuenta de que no pudiste hacer todo lo que quisiste. Te vas a dar cuenta de que no existieron las segundas chances. De que tu destino te la puso un par de veces. De que nada es tan bueno como lo soñaste.
Te vas a dar cuenta de que en realidad no hiciste nada. La felicidad fueron pepitas de chocolate en una galleta fallada. Nada tuvo sentido.
Y vas a ser nada.
Y sólo te van a recordar unos pocos que se van a ir olvidando de a poco.
Hasta que ya no seas más que una foto. Vieja y gastada.
Eso es todo.
No hay trucos.
No hay magia.
No hay vidas paralelas, ni segundas oportunidades. No hay vida eterna. No hay elixires de la juventud.
No hay batallas celestiales para cambiar el destino del Universo.
No hay nada más raro de lo que le pueda pasar a un pollo, a un perro, a una tortuga.
Nada.
Listo.

Ya está Dios, ya te descubrí.
Si es que hay alguien ahí.

Soy La Mente Podrida de Galahad.