sábado, 30 de julio de 2011
fragmento de un poema de un desaparecido en la dictadura a su madre
“...Quisiera decirte mamá que parte de lo que fui lo vas a encontrar en mis compañeros...si la muerte me sorprende de esta forma tan amarga, pero honesta, si no me da tiempo a un último grito desesperado y sincero, dejaré el aliento, el último aliento, para decir te quiero”.
domingo, 17 de julio de 2011
domingo, 10 de julio de 2011
La carta sin fecha
Amigo: sé que existes, pero ignoro tu nombre.
No lo he sabido nunca ni lo quiero saber.
Pero te llamo amigo para hablar de hombre a hombre,
que es el único modo de hablar de una mujer.
Esa mujer es tuya, pero también es mía.
Si es más mía que tuya, lo saben ella y Dios.
Sólo sé que hoy me quiere como ayer te quería,
aunque quizá mañana nos olvide a los dos.
Ya ves: ahora es de noche. yo te llamo mi amigo;
yo, que aprendí a estar solo para quererla más;
y ella, en tu propia almohada, tal vez sueña conmigo;
y tú, que no lo sabes, no la despertarás.
¡Qué importa lo que sueña!. Déjala así, dormida.
Yo seré como un sueño sin mañana ni ayer.
Y ella irá de tu brazo para toda la vida,
y abrirá las ventanas en el atardecer.
Quédate tú con ella. Yo seguiré el camino.
Ya es tarde, tengo prisa, y aún hay mucho que andar,
y nunca rompo el vaso donde bebí un buen vino,
ni siembro nada, nunca, cuando voy hacia el mar.
Y pasarán los años favorables o adversos,
y nacerán las rosas que nacen porque sí;
y acaso tú, algún día, leerás estos versos,
sin saber que los hice por ella y para ti...
No lo he sabido nunca ni lo quiero saber.
Pero te llamo amigo para hablar de hombre a hombre,
que es el único modo de hablar de una mujer.
Esa mujer es tuya, pero también es mía.
Si es más mía que tuya, lo saben ella y Dios.
Sólo sé que hoy me quiere como ayer te quería,
aunque quizá mañana nos olvide a los dos.
Ya ves: ahora es de noche. yo te llamo mi amigo;
yo, que aprendí a estar solo para quererla más;
y ella, en tu propia almohada, tal vez sueña conmigo;
y tú, que no lo sabes, no la despertarás.
¡Qué importa lo que sueña!. Déjala así, dormida.
Yo seré como un sueño sin mañana ni ayer.
Y ella irá de tu brazo para toda la vida,
y abrirá las ventanas en el atardecer.
Quédate tú con ella. Yo seguiré el camino.
Ya es tarde, tengo prisa, y aún hay mucho que andar,
y nunca rompo el vaso donde bebí un buen vino,
ni siembro nada, nunca, cuando voy hacia el mar.
Y pasarán los años favorables o adversos,
y nacerán las rosas que nacen porque sí;
y acaso tú, algún día, leerás estos versos,
sin saber que los hice por ella y para ti...
Hay gente que te deja aquella impronta,
que hace que no olvides su mirada.
Hay gente que con sólo verla un rato,
Hay gente que con sólo verla un rato,
se cuela en el alma tan profundo
que cambia los relojes y ata el tiempo.
Hay gente que te asombra cuando escribe
mostrando pedacitos de su alma.
Hay gente que descubre tras las sombras
la mágica linterna de los sueños
Y pudiendo esconderlos, los regala.
que cambia los relojes y ata el tiempo.
Hay gente que te asombra cuando escribe
mostrando pedacitos de su alma.
Hay gente que descubre tras las sombras
la mágica linterna de los sueños
Y pudiendo esconderlos, los regala.
Un maestro oriental, cuando vió como un escorpión se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua. Cuando lo hizo, el alacrán lo picó.
Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose.
El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el escorpión lo picó.
Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo: "Perdone... ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?".
El maestro respondió: "La naturaleza del escorpión es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar".
Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.
No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma precauciones.
Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose.
El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el escorpión lo picó.
Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo: "Perdone... ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?".
El maestro respondió: "La naturaleza del escorpión es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar".
Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.
No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma precauciones.
sábado, 9 de julio de 2011
¿De soledades? ¿A mi me van a hablar de soledades?
Dejen que me ría con violencia descarada.
¡De soledades!
Los que viven de juerga, los promiscuos,
los que se abrazan a amistades para palear vacíos existenciales.
Los que no asumen su propia soledad.
Y el cobarde soy yo... Claro que lo soy.
Cobarde porque me muerdo, porque la humanidad me decepciona a diario...
¡De soledades! ¡A mi! ... Nah.
A mi que me abro y cierro en cada herida.
Dejen que me ría con violencia descarada.
¡De soledades!
Los que viven de juerga, los promiscuos,
los que se abrazan a amistades para palear vacíos existenciales.
Los que no asumen su propia soledad.
Y el cobarde soy yo... Claro que lo soy.
Cobarde porque me muerdo, porque la humanidad me decepciona a diario...
¡De soledades! ¡A mi! ... Nah.
A mi que me abro y cierro en cada herida.
Y asi me fue
Por una vez hice lo que tenía
que hacer sin contrabando de etiquetas,
por una vez viajé donde debía
viajar sin doble fondo en las maletas.
Por una vez crecí como la gente
desde el genoma hasta mi yo más mío,
por una vez, sirva de precedente,
no hice bromas al borde del hastío.
Por una vez, al fin de la jornada,
me atreví a tutear a la almohada
con solvencia de experto cirujano,
por una vez no se me vio el plumero
y ejercí de oficial y caballero,
como quien doma un corazón villano.
que hacer sin contrabando de etiquetas,
por una vez viajé donde debía
viajar sin doble fondo en las maletas.
Por una vez crecí como la gente
desde el genoma hasta mi yo más mío,
por una vez, sirva de precedente,
no hice bromas al borde del hastío.
Por una vez, al fin de la jornada,
me atreví a tutear a la almohada
con solvencia de experto cirujano,
por una vez no se me vio el plumero
y ejercí de oficial y caballero,
como quien doma un corazón villano.
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