miércoles, 4 de agosto de 2010

Tengo un amigo

Tengo un amigo que en el cajón de su pieza tiene tres cajas de lápices de colores, y gastó cada uno de ellos hasta convertirlos en madera en polvo, para devolverle el color a todo mi mundo de tamaño tal cual un universo. Tengo un amigo que me ayudo a meter mis pensamientos suicidas en una bolsa con dibujos divertidos y luego la encerró en su placard. Tengo un amigo que ha guardado todos mis muertos y todas mis muertes debajo de su cama, que ha limpiado las manchas de mis crímenes, que abrió las ventanas para quitarme el peso de mis errores, que le enseñó a no fingir a mi sonrisa. Tengo un amigo que hizo de mi mirada, la voz de mi alma y así me entendió. Tengo un amigo que cuando sobrepasé fugazmente los límites hasta un extremo insospechado, no se quedó detrás de la línea observando mi ser hecho pedazos, sino que vino caminando hacia mí para traerme luz y señalarme el camino que había olvidado. Tengo un amigo que innumerables veces me trajo de regreso a casa, pero que jamás me obligó a salir de mi realidad aparte, porque sabe que de a ratos es sólo allí donde puedo estar. Tengo un amigo que que cuando ya no puedo más, es yo. Y por el cual estoy dispuesto a ser él cuando ya no pueda. Tengo un amigo que me enseñó que tengo valor, y que eso tiene dos significados: soy valiente y significo algo, algo inmenso. Tengo un amigo que vio en mis ojos la desesperación y me abrazo hasta hacerla desaparecer. Tengo un amigo que escuchó mi dolor en un suspiro, y me arrebató aquello que me hacía tanto daño. Tengo un amigo que al preguntarme cómo estaba, luego de mi respuesta desganada me pedía tiernamente con los ojos que le dijese la verdad. Por no creer en lo que decía, él es mi amigo. Tengo un amigo que aceptó sin ningún problema el hecho de que no pudiera decirle la verdad. Tengo un amigo que me gritó BASTA hasta quedarse completamente mudo, pero lo hizo con el cariño más puro del mundo. Tengo un amigo que me enseñó que podía volver a la vida si luchaba por recuperarme y cuando abrí las puertas hacia mi nueva etapa, fue el quien estaba del otro lado esperándome. Tengo un amigo que es el hombre más comprensivo, paciente y lleno de amor y solidaridad que alguien pudiese imaginar. Mi amigo tiene una caja de mis memorias; allí están mis peores vivencias, mi falsedad, mi fortaleza hecha pedazos, la mitad de mi corazón que siempre será para él, mis días grises, mis días negros, mis horas vacías, esas que no viví. Mis sueños perdidos, mis amores imposibles, mis escritos y poesías que guardé y no quiero volver jamás a leer. Mis secretos más oscuros, mis confesiones más escabrosas y las sombras de mi vida. Los gritos que ahogué dentro de mí. Las mil y un veces que me deprimí y cada navaja que usé. Los vasos, copas y platos que rompí, la sangre que derramé, las venas que corté. El abandono que me di y que él me quitó para ayudarme a salir, a seguir. A renacer. A volver a ser. A nuevamente existir.

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