viernes, 19 de febrero de 2010

No intentes enterrar el dolor, se extenderá a través de la tierra, bajo tus pies, se filtrará en el agua que hayas de beber y te envenenará la sangre. Las heridas se cierran, pero siempre quedan cicatrices más o menos visibles que volverán a molestar cuando cambie el tiempo, recordándote en la piel su existencia, y con ella el golpe que las originó. Y el recuerdo del golpe afectará a decisiones futuras, creará miedos inútiles y tristezas arrastradas, y tú crecerás como una criatura apagada y cobarde. No hay tierra nueva ni mar nuevo, la vida que has malogrado queda en cualquier parte del mundo.

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