sábado, 20 de febrero de 2010

Este cuarto tiene todo lo que no necesito: tiene un burro y una plancha, un recado de la recamarera que sugiere propina, un calentón en pleno verano, un menú para la cena –pero no abren la cocina cuanto tengo hambre: a mediados de las cuatro–. Este cuarto tiene todo lo que no quiero: me tiene a mi (y con eso debería ser demasiado); tiene café, cigarros, insomnio, desgano, la tele encendida para sentirme acompañado, diez canales porno cancelados, la agenda con teléfonos prohibidos, cortinas para evitar que me observen, chanclas para ir a la alberca, un enfriador automático, un refrigerador con chocolates y jugos enlatados y pequeñas dosis de alcoholes varios: rones, güisquis, brandys, vodkas.
Este cuarto tiene todo lo que hace daño: estoy yo, por ejemplo, y eso debería ser demasiado.

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