Tarde para persistir en el querer
sin alcanzar aún el ser,
para desandar el camino;
tarde para no tener
y continuar deseando,
necesitando, soñando.
Tarde para jugar y reír,
para tirar los juguetes
o volver a ser niño;
para no haber logrado el éxito
y tarde también
para sufrir una nueva derrota.
Tarde para estar un rato más
tirado en la hierba del parque
o en cualquier otro lugar
distinto del omnipresente aquí,
entre sábanas y sueños,
en alguna otra realidad.
Tarde para hacer el amor,
deshacerlo o reconpara cambiar de cara o de vida;
tarde para leer el periódico
o salir en busca del ayer
que yace ebrio en un callejón;
tarde para pensar en el hoy
o en el mañana que viene retrasado,
tarde para desayunar algo más
que una taza tibia de café;
para afligirse porque es tarde
o reparar en la estridencia del silencio
y extrañarse por la soledad
o para convencerse que nunca
llega a ser demasiado tarde.
struirlo,
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