-y era sincero-,
guardar entre bosquejos
de amores pasajeros
este amor que reclama
aún en mi pecho;
prometí no amar,
callar el corazón,
vaciar los ojos,
limpiar de amor los poros
y dormir en el regazo claro
de cien brazos.
Prometí no amar,
no fue en un grito,
era el último
trago de tequila
después de desnudarme
de su aroma
y de su piel tan arraigada;
prometí no amar,
y quizás no amo,
pero extraño,
siento el retoño de su ausencia
y la busco en el tacto de mis manos,
oigo tras mi oreja izquierda su voz acurrucada
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