jueves, 9 de junio de 2011

Son las cosas que tal vez te pasan y no esperabas, las que te hacen mal.
Son las cosas que esperas y nunca llegan, las que en el fondo te hicieron un favor.
Crecer de golpe, tirarse todo el tiempo en la piel.
Querer hablar y tener miedo, decir demasiada verdad, cosas que nadie quiere escuchar. La capacidad de poderlo soportar.
Irse, escaparse, escabullirse en el tumulto, desaparecer con los demás como si no lo fuese a notar.
Uno más, otro cobarde. Se aliviana mi peso, yo elegí no sufrir más.
El que llega bienvenido será y el que se va se escapa en la eternidad.
El que me juzga desaparecerá en mi olvido y me mantendrá vivo en su conciencia. De eso me río y sigo con lo mío.
Ya no hago pausa en mi pensamiento, ni lo evito, ni resisto. Continúo mi camino y voy creciendo aunque parezca que los años han podido conmigo.
Tengo las edades que un día he padecido y ninguna se me ha ido, soy todo lo que soñé y lo que todavía sueño.
No siempre conseguí lo que mi esperanza alcanzaba pero no me fue tan mal y por eso no me quejo.
Ahora entendí que lo que hace bien se queda y lo que no, solo se aleja.
Al final entristecimos demasiado, muy preocupados y de la risa casi nos hemos olvidado.
De todo se aprende, todo es muy diferente. Yo no creo en la igualdad entre la gente, algunos son mejores, otros son delincuentes.
No se trata de ser malo ni cegado, es la realidad que me compete.
Porque lo injusto resultó ser lo más justo. Y todos hablan y me acusan de indulgente, es claro que cuando a uno le pasa lo comprende y aprende.
Los valores son lo primero cuando hay alguien que se muestra un poco más sincero.

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